La naturaleza interroga el pensamiento plástico de Muriel Moreau (París, 1975). Sus respuestas son sutilmente procesadas a través de los surcos que abren el barniz dispuesto sobre el metal y que, posteriormente, serán mordidos por el ácido. Una técnica tradicional como el aguafuerte que, modulada por la artista con indudable maestría, es capaz de referir mundos, de trazar escrituras complejas, de generar perspectivas inéditas y de movilizar al espectador ante la imagen resultante. No se trata, por tanto, de plantear la gráfica como un fin en sí mismo sino como componente activo de una propuesta cuyo espesor técnico supera el de la mera representación. C. D. M.